Porque es domingo el sol hace la tarde ponderante y transitable.
Es un privilegio, reconozco, poder pasar y ver y sentir estos paisajes con solo cinco euros en el bolsillo, sabiendo que hay gente que ni lo puede soñar.
Llego al puerto y las gaviotas, todas colocaditas como piezas de ajedrez orientadas simétricamente al sol, me llenan de empatía.
Hay zapatillas secándose al sol en los quicios de algunas puertas. Confianza.
Huele a café y a sonrisas generosas y saciadas de domingo. Cambio de opinión todos los días sobre algo, porque me recicla y evoluciono. Maduro y renazco.
Los acantilados están casi obscenos con esta luz, provocando lanzarse y verlos a cámara lenta pasar con los ojos cerrados y recordarlos al hundirse en el mar acogedor, reconfortante como un abrazo de madre.
Y esperando tus noticias como Dido a este lado del horizonte leal y voluble… soy feliz con todo lo que puedo ser con cinco euros en el bolsillo. Tengo hecho un mapa con todas las direcciones prohibidas hacia tu corazón para no equivocarme y tener que rectificar marcha atrás sin retrovisores, es peligroso. Te lo digo por si hoy no vas a la orilla del mar para reconciliar a tu cuerpo con tu alma.
¡Viste que bien vuela la cometa!... me acordé de Nico y Martita que siempre me anotan el teléfono de su tío José porque les vuela muy bien las cometas.
Me acordé de todo y decidí soltarme del abrazo… vomitar la belleza, tumbarme en la arena y decírtelo mirándote a los ojos y sin palabras.