Desde alta mar se ven las cosas distintas, cuando piso tierra aun necesito que se siga balanceando el alma. He estado en muchos lugares y con muchas gentes, me quedo aquí porque así debe ser, solo aquí están los espacios para recorrer y “sentipensar” por la orilla del mar o en la cima del mundo, sola y con todo: con el verdeazul del horizonte, con la tormenta encima o bajo un manto de estrellas como siempre chispeándome energía. Puede que haya estado buskando algo que no existe… el sagrado tornillo que me falta desde hace tiempo y que todo el mundo buska; no he ofrecido ninguna recompensa pero cada vez que piso tierra me encuentro a alguien comentando algo acerca de la odisea que gira en torno a esa búskeda.
Dicen que hay un movimiento clandestino con tintes masónicos acerca de este asunto, intrigas y confabulaciones generadas por conflictos de intereses… hay quien desea que el codiciado objeto no sea encontrado para su propio beneficio, no tanto porque les afecte que yo pierda o no la razón buskando, sino porque mientras la gente buska esto, no se hacen otras preguntas (como a donde van a parar los impuestos que pagan, etc.).
Es tanto así que cuando aparece alguna pista sobre el caso aun en el más remoto lugar del planeta, se dirigen corriendo y sin olvidar detalles a dar cuenta de donde y como se haya el tornillo en cuestión a aquellos encargados de cotejar, confirmar o descartar que la pieza sea la buskada.
He oído que el mismísimo Papa tras encontrar uno, empezó a dar saltitos a su alrededor y llorando con la emoción se dirigió a los “confirmadores” que con la misma decepción e indiferencia habitual le dijeron que “nanay de la china”, así que esto le provocó a Benedicto un fuerte ataque de acidez de estómago y el consiguiente disgusto con jaqueca incluida… vaya por dios.
La ilusión es tal que las gentes suelen ver los hallazgos con los ojos de la fe y ya ni siquiera importa el fin que justifique los medios, ni el destino al final del camino, ni el tesoro que envuelve tan bonito hatillo, ni el traje de la novia, ni los millones en la cuenta del desahuciado… solo la búskeda.
Dichoso aquel que consiga el tornillo… porque de el será el reino de la desidia…