Mitología y génesis de…
Reeditando sobre el trillado tema de las catacumbas en la ciudad de Edimburgo (a las que a día de hoy se saca el máximo partido, paradójicamente, turístico-económico); recordé un sueño inquietante y esclarecedor:
Perro negro- dientes blancos-grandes fauces
Carne blanda -sangre rojo vivo-rabia
Bonito pelo brillante-pupilas dilatadas- deshidratación
piel de manantial expuesta.
Hambre canina y muerte (avara suerte)
acabada en (v)erte, sin ganancias, desgarrada
Virgen de Portas-vientre de todas
Polvo eres y en polvo te conviertes
niños y perros y vacas
peregrinando, heridas sangrantes
titulando el miedo
promesas errantes en medio del monte
Boca seca-contra el suelo-árbol roto-sin un pie.
Despierto-recuerdo-transtorno:
Me gusta como me miras cualquier día de un verano,
soportando decibelios y buscando el equilibrio entre mar y acantilados
hasta la cima del alma
con las rocas de testigo “ desde y hacia dónde vas”;
con toda la piel quemada por el paisaje desnudo
que se desliza a tus pies,
con los domingos “naranja” del antes y del después.
Dulce pastel de verdades que te deja sin palabras
y recuerdas cualquier día de un viaje de promesas
que se cumplen entre verdes y azules imaginarios.
Quédate a dormir conmigo.
Me gusta como me miras cuando te quedas sin verbos
y me dices, sin saberlo, que eres un hombre valiente;
sin medidas, como el congrio, depende de quién le pesque.
En gallego, ya se sabe “no se si vas o si vienes”
en la ambigüedad esta el acierto del que no se moja
a pesar de las tormentas que pasan por Estresante.
Me gustan las sonrisas grandes, vigiladas, compartidas
con un te de escaramujos, con tus dedos en mis alas
tus caricias entregadas, tu forma de decir “niña” con sabor a chocolate.
He descubierto cristales entre la roca de cuarzo.
Han pasado diez segundos, dos primeros y algún postre,
porque siempre te preguntas cuanto tardo en exprimir ese jugo concentrado.
Reeditando sobre el trillado tema de las catacumbas en la ciudad de Edimburgo (a las que a día de hoy se saca el máximo partido, paradójicamente, turístico-económico); recordé un sueño inquietante y esclarecedor:
Perro negro- dientes blancos-grandes fauces
Carne blanda -sangre rojo vivo-rabia
Bonito pelo brillante-pupilas dilatadas- deshidratación
piel de manantial expuesta.
Hambre canina y muerte (avara suerte)
acabada en (v)erte, sin ganancias, desgarrada
Virgen de Portas-vientre de todas
Polvo eres y en polvo te conviertes
niños y perros y vacas
peregrinando, heridas sangrantes
titulando el miedo
promesas errantes en medio del monte
Boca seca-contra el suelo-árbol roto-sin un pie.
Despierto-recuerdo-transtorno:
Me gusta como me miras cualquier día de un verano,
soportando decibelios y buscando el equilibrio entre mar y acantilados
hasta la cima del alma
con las rocas de testigo “ desde y hacia dónde vas”;
con toda la piel quemada por el paisaje desnudo
que se desliza a tus pies,
con los domingos “naranja” del antes y del después.
Dulce pastel de verdades que te deja sin palabras
y recuerdas cualquier día de un viaje de promesas
que se cumplen entre verdes y azules imaginarios.
Quédate a dormir conmigo.
Me gusta como me miras cuando te quedas sin verbos
y me dices, sin saberlo, que eres un hombre valiente;
sin medidas, como el congrio, depende de quién le pesque.
En gallego, ya se sabe “no se si vas o si vienes”
en la ambigüedad esta el acierto del que no se moja
a pesar de las tormentas que pasan por Estresante.
Me gustan las sonrisas grandes, vigiladas, compartidas
con un te de escaramujos, con tus dedos en mis alas
tus caricias entregadas, tu forma de decir “niña” con sabor a chocolate.
He descubierto cristales entre la roca de cuarzo.
Han pasado diez segundos, dos primeros y algún postre,
porque siempre te preguntas cuanto tardo en exprimir ese jugo concentrado.
