Y allí en medio de la glorieta oigo una voz en off que reza: “carácter alemán y espíritu francés…” desfila un coche fascinante. ¿Y de África no tiene nada de esencia el engendro, no tiene nada de la tierra de los diamantes; y de América del sur, allende los mares… de donde salió la poesía de tanto encarcelarla y tantos y tantos metales, coño?
Entonces me voy:
¡Adiós a todos los transeúntes; a los que pasaron y sonrieron ,a los que tocaron el claxon, a los que dijeron cosas preciosas de mis flores, a los que juraron en hebreo al tener que pararse y ver pasar el tiempo, a los que volvieron sin excusas a girar sus coches para confirmar que es ella y es tan… a los cuáqueros, a los mormones, a los hari krisnas, a los monjes descalzos de clausura que vienen de tan lejos y son devotos del miembro perdido de Cristo en el centro de la Magdalena y que dicen que allí descansa… y a los antisemitas, a los fariseos y a dos o tres yanomamis que vienen a oir no se qué en una conferencia de tratados para que los países subdesarrollados sigan siéndolo; para reconfortar al primer mundo y dar gastritis vírica en cajitas de regalo para todo el pueblo a los nuevos gobiernos corruptos de la mancillada América latina. C`est la vie, touner.
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